viernes, diciembre 09, 2005

Tertulia

Una mesa de madera bastante gorda y cálida. Tiene cuatro lados, y nosotras somos cinco mujeres y un niño.
Hay tres sillas y una reposera. No hay mantel ni delivery, ni nada que sugiera que vamos a cenar.
Una de las mujeres tiene seis años. El niño uno.
La madre de la de seis trabaja vendiendo empanadas, otra es mi hermana y es la madre del niño de uno, que en este momento esta metiendo la mano en el plato de Hipina, la perra. Todas, menos la de seis y yo, están gritando y corriendo hacia él. Pero la que más grita es mi hermana.
Sigo, la que vende las empanadas es la madre de la de seis, la dueña de la perra y de la mesa. Y esta embarazadísima. Adentro de ella hay otra mujer. Pero no podría definir su edad. Creo que si lo hago el comité de mujeres a favor del aborto me insultaría y se sentirían ofendidas.

Ahora si que vamos a cenar ya hay platos y hay botellas. Mi plato es el más lindo, no, mas lindo es el de la seis, sin que se de cuenta, se lo cambio, ahora sí.
Rudy, el único hombre que vive en esta casa, se fue. Cuando llegue, estaba tocando el órgano y escuche que cantaba bastante bajito, aunque no sé si es que pensaba, porque la madre de la de seis me dijo que él piensa en vos alta. Y que entonces ella se entera de lo que él piensa de ella sin necesidad de preguntarle nada. Él no sabe que hace eso, solo lo hace. Pero ahora no esta, se fue para que comamos todas juntas y charlemos cosas de chicas.
Yo opino que contemos chismes, supongo que es lo normal entre mujeres y me siento contenta de pedir una normalidad. Entonces se dicen algunas cosas sobre alguien que no esta, sobre su novia, sobre la ropa de su novia y sobre los padres de la novia, y también sobre sus tetas. Yo me como dos empanadas, una de choclo y otra de queso, tomate y albahaca. Y la de seis me corrige:
-Se llama caprese.
-No, se llama queso, tomate y albahaca.
-No, se llama caprese.
- ¿A sí?, ¿y qué es el caprese?
- No sé.
- Viste, gane yo, caprese no es nada.

Pronto nos vamos a tener que ir. Ya casi no se charla, y el de uno esta empezando a llorar y a reírse mucho, y eso lo hace cuando tiene sueño, y quiere que la reunión se termine.
Pero antes la que hasta ahora no nombre, pero está sentada a mi lado, le pregunta a la de seis por su amiga la vecina:
-No, no viene más, ya estaba harta
-Si, se come las empanadas
-Y cuando viene se queda dos o tres días, se cruza por la terraza, como se comunican…
-Una vez jugamos con los kinders y cuando se fue, se llevo los bolsillos llenos
-Yo no creo que sea cleptómana.
-No, es muy chiquita
-¡¿Y sabes la mentira que me dijo uan vez?! Que el abuelo trabajaba en coca cola!!

No hay mucho más por hacer, levantar los platos, guardar las empanadas que sobraron para ser vendidas luego, lavar algunos vasos y esperar que Rudy vuelva con el auto para llevarnos cada una a su casa.
Yo vivo bastante cerca, solo tengo que cruzar la placita de Rauch, pasar la cuadra de árboles grandes y doblar, en esa cuadra ya se asoma mi casa casi al final.
Pero igual pido que me lleven en auto.
Hace frío, estoy cansada y la de seis me contó un cuento horrible de un hombre al que le cortaban la lengua.
Ni loca camino sola hastas horas.

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