domingo, abril 30, 2006

Morrissey otra vez tres

I know it’s over
And it never really began
But in my heart it was so real
And you even spoke to me, and said :
If you’re so funny
Then why are you on your own tonight ?
And if you’re so clever
Then why are you on your own tonight ?
I know ...’cause tonight - it’s just like any other night

(de The Smiths, I know it´s over)

Morrissey otra vez

Even now in the final hour of my life
I’m falling in love again
Again
Even now in the final hour of my life
I’m falling in love again
Again
Again
Again
I’m falling in love again
Again
Again
Again

jueves, abril 13, 2006

me recordaron que no hay que llorar.
me dijeron que uso muchas comas.

no me interesan las películas de aventuras, del mal externo.
prefiero conflictos (pero conflictos, historias, dilemas) personales.

hablar de amor es casi tan incomprensible como los suplementos de deportes de los diarios.
el partido es siempre el mismo y se le dedican páginas, esfuerzos, interpretaciones a una jugada como si fuera, como si fuera... (¿qué vale la pena ser repetido miles de veces?).
para terminar regosijados en el desaire.
con hambre.
con ganas de comer un chancho.


I live the life
I feel the pain
to sing the song
to tell the tale

(sabiduría morrissiana)
no quiero que me leeas...si vos
cohete...
vete...
con tu celular y tu velero...
o tus deseos de velero...

miércoles, abril 12, 2006

Lujaneros

En la clase teórica del martes conocí a un chico que llevaba una remera que decía: “los santos usan remera”.
Juntos subimos al tercer piso de la facultad para poder anotarnos en una nueva comisión de trabajos prácticos. Mientras hablábamos de los horarios me contó que era de Lujan y que ahora estaba trabajando en una librería que se llama Cúspide. Que se vino a vivir a capital gracias al trabajo.
Después de anotarnos yo me fui, camine cinco cuadras hasta el subte y cuando baje las escaleras hacia el andén él estaba de nuevo ahí.
Charlamos hasta que me baje. Me contó que vive en constitución con la novia, en algo así como una pensión y que ella tiene dieciocho años. Él veinte.
Que nunca quiso a alguien así y que solo quiere ser feliz con ella.
Todo lo que decía parecía feliz. Y yo, ya estaba feliz de solo escucharlo. Hasta cuando me contó que se levantaba a las cuatro de la mañana para llegar a cursar el CBC el año pasado y que solo dormía cuatro horas por día, después de trabajar siete más, parecía feliz.
La vida es igual de tosca para todos. Pero algunos la viven tan fácil, tan suave. La vida en boca de esos es tan simple. Tan fácil jugarla.
A la mañana en constitución veo a un enano y a un ciego que venden lotería. Pienso ¿porqué ellos venden boletos de lotería, porqué ellos nos venden la fortuna?

Y vuelvo a pensar en el chico de Lujan, en su novia que no conozco, pero que me imagino. Y los imagino sentados en la cama de la pensión, los imagino hablando de cosas como el color de su cabello, o de los vecinos nuevos del cuarto de al lado. Del risoto que comieron anoche, y que a él le cayó mal. Y pienso en ese amor doméstico, domesticado. Amable. Dorado.
Y los envidio.
Y miro al enano, y lo escucho vender, y me pregunto si su boleto me llevara a la suerte. Me llevará a la felicidad.
Me llevará a Lujan.

Los santos usan remera.
O son enanos.
O son ciegos.

domingo, abril 09, 2006

No pensar mucho y reforzar la actitud.
Algunos editores son como lavarropas: te lavan con jabón de última generación y te sacan todo el color.
No me gustan las cosas dichas en piloto automático.

Que la incomodidad te sienta bien.

sábado, abril 08, 2006

Tranquila, vas con OB

Cuando me indispongo siento unas ganas constantes de estar sentada en el inodoro.
Aunque no haga más que estar así, quieta, o retorcida.
Solo tengo que estar ahí, sentada.
Como si el bebé que no se concibió hubiese dejado su espíritu en mi útero y ahora quisiera salir.
Necesito que mi vagina este bastante cómoda y abierta, que sienta que puede expulsar lo que quiera.
Con un precipicio debajo de ella.
El inodoro es el mejor precipicio que conseguí hasta ahora.

Esta es la atmósfera de hoy, un pequeño y cuadrado baño amarillo.
Cierro la puerta y tapo el agujerito de la cerradura con la yema de mi dedo índice.
No quiero que entre nada.
Que el aire de afuera se quede afuera. Que lo que pertenece al otro lado, se quede del otro lado.
Y me quedo así. Como recostada en mis rodillas. A punto de caer, pero no. Pensando en la virgen María, en si ella sentiria estas contracciones.
Y entonces me acuerdo que no creo en la virgen maría. Pero igual le pido que me calme.

Estoy indisponiéndome y no compre toallitas. Si no compro, se ensangrientan mis piernas y mi bombacha. Después la mancha de sangre es imposible de sacar.
Y escribir se convierte en una intimidad puramente vaginal. Una contracción uterina, una puntada desde el borde externo de mi concha que pasa por las trompas hasta legar a los ovarios.
Un calambre que me despega del suelo y me aleja del tiempo.
Los sonidos se vuelven más estridentes. Los agudos más agudos y los graves más graves.

No hay nada mejor en estos casos que un Ibo Evanol. Rápida acción.


Cuando me acorde que podía venirme ya era de noche y había decidido dormir con mi ex para recordar otros tiempos.
En la calle Brasil había un kiosco todavía abierto. Me compré dos actrones y un paquete de diez toallitas.

Toallitas femeninas.

domingo, abril 02, 2006

(Don Ata sí sabe qué hacer con la pena)

Tesis de novela

Ir al teatro es una lotería ciega sobre la suerte de una buenaventura.
Poder disfrutar del mejor estreno cinematográfico de la semana implica tener que evadir escenas y guiones y reforzar las partes "graciosas".
Los francos generan más dolores de cabezas que descanso mental.
Hacer nada es una comodidad inevitable.
Y el amor, una pérdida de tiempo imposible de no perder.

sábado, abril 01, 2006

para que no me duela la cabeza

No puedo estar mucho tiempo del día rodeada de gente.
En la calle tampoco. El aire contaminado me ahoga la laringe y me transforma la cara en una expresión de asco. La piel se me pone entre blanca y verde y las venas del cerebro se cierran y me empieza a doler la cabeza.

No puedo pasar más de día y medio sin prender la compu y sin chequear mails.
No puedo pasar más de media hora adentro de un supermercado.
Ni mirar una obra de teatro unipersonal que dure más de 45 minutos.
No puedo gastar más de 30 pesos en una noche y tampoco puedo pasar una semana sin bailar tango y sin recibir un mail mimoso.
Ahora que me toco, no puedo pasar una semana sin tocarme.
En promedio, tomo un café cortado cada dos día. Una copa de vino tinto llena por mes.
Me baño cinco o seis días a la semana.
Si no escribo cuatro mil caracteres dignos por semana me siento mal.
Y si no hablo con mi ex novio en cuatro días, ya me empiezo a sentir extraña.

Necesito comer carne cada día y medio y pasta tres veces por semana.
Helado, una vez cada tres semanas.

Novedades movilizantes semanales.
El cine todos los lunes.
Una remera cada diez días.
Un par de medias cada veinte días.

Necesito saber de la vida de mis amigas por lo menísimos una vez por semana.
Tengo que abrir el Skype todas las semanas.
Chequear los Trabajos Prácticos cada día y medio.
Una buena lectura cada tres noches.
Una linda canción, repetida por cuatro horas un día a la semana.
Un reconocimiento público cada dos meses.

Necesito que me digan cosas lindas cinco minutos seguidos por cada quince días.

Abrazos necesito todos los días, pero como no los tengo, hago todas las otras cosas.


Terapia, una hora.