lunes, junio 05, 2006

Esa maldita carnecita llamada deseo...

Tengo algo en el medio de las piernas que me molesta. Le dicen clítoris. Está como histérico, eléctrico, vibra, díganle que se tranquilice, que no lo quiero más, que no quiero sentir, que me lo extirpen como a un granito.
Dicen que si lo tocan se calma, y si se lo toca con amor, se enamora.
Se sabe que el clítoris sufre estados de ánimo que repercuten el estado de ánimo de la mujer en general. A veces vibra como una viborita discapacitada (feministas no se pongan susceptibles!) en busca de esa manito, esos deditos de Humphrey Bogart o el carácter de Rick Blaine.
El clítoris es bondadoso: vibra de tanta capacidad de querer hacerle bien a las otras partes del cuerpo. Entonces cuando tiene toda esa energía ahí contenida, se siente mal por no poder hacerle sentir eso mismo al cuerpo. Y el cuerpo siente que nadie lo quiere ni querrá nunca, entonces reacciona con una malhumorada tensión que baja la energía y no permite hacer nada más que odiar...
Ay esos deditos de Humphrey Bogart!

6 comentarios:

Unknown dijo...

Ayer muy tempranito vì un clìtoris entrando con su chica a una panaderìa de Parque Chàs. Compraron (el clìtoris y la chica) media docena de fa(c)turas a saber: dos cañoncitos de dulce de leche, dos medias lunas de grasa, una bola de fraile y una torita negra. Y se fueron como panchas por su casa derechito por Campillo, hasta perderse en alguna calle circular

Anónimo dijo...

Super color scheme, I like it! Good job. Go on.
»

Anónimo dijo...

¿qué lógica tendría pararme frente a tus piernas abiertas y decirle a tu clítoris:

- No te quiere más -encorvado hacia adelante, con el cuello estirado como tortuga, cejas en alto-. No te quiere más, andate.?

por suerte, no tengo necesidad de escribir sobre tu clítoris y, mucho menos, necesidad de hablarle. Por suerte tu clítoris (la mención de él) no me genera el impulso de escribirle.

¿Qué sentido tendría decirle eso a tu clítoris, como si me fuera a entender, como si fuera mío y no tuyo.

¿y qué sentido tendría, en todo caso, que yo, u otro, o muchos, le digamos?

Pero yo sé por qué, a qué viene toda esa perorata del clítoris.

Yo le digo, si querés, pero te propongo un cambio de favores: vos decile a ella que la extraño. Que me estoy muriendo, literalmente.

Una necesidad a cambio de otra. Aunque es la misma:

que alguien nos resuelva eso que nosotros no podemos.

Miedo.

Encontrar una lengua y unos dedos expertos para tu clítoris no es tan difícil.
Pero Humphrey Bogart...
Porque en realidad no es dedos ni lenguas. De eso hay a montones en los bares, los boliches, los trenes, las veredas. Los que quieras.

Pero el miedo a empezar de nuevo, miedo a la hoja en blanco, a quedarse noches enteras y tardes lidiando con lo que se siente, lo que se debe, lo que se habe, lo que se dijo, las respuestas, la sangre real y la metafórica.

Tan difícil llegar a no pensar, a no necesitar pensar. Que las sábanas tibias abriguen, y más nada. Que los dedos sean Humphrey y no separadamente.

Tan difícil levantar el teléfono, marcar, hola, te extraño, te llenaría de besos, te llevaría una botella de lo que sea y me sentaría a que miráramos pasar el mundo sin importárseme nada. Si vos me extrañaras también. Si sonara el teléfono y vos saltaras a levantarlo.

Conseguímelo. Hacelo por mí.

Sacámelo. Decile.


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PD: Que la pulpita no se divorcie.

Pulpita dijo...

Hola Yo. Quién sos???

Anónimo dijo...

Hola.

Hofmann; un gusto.

Anónimo dijo...

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