martes, diciembre 27, 2005

Mi casa no se recicla

Esta bien, son docientas cuarenta y cuatro entradas a un blog nacido en julio.
Y no esta nada mal.
De pronto parece que se disipó la angustia que empañaba el paisaje. Ahora podemos dejar fotos de artistas y hasta me animo a mostrar mis manos pálidas detras de un cartón viejo, envase de una ducha vaginal que se refugió durante años en la parte alta del ropero de mis padres.

Mi amiga dice que en mi casa se puede encontrar de todo. Y no es que sea el bolso de Mary Poppins, pero es algo parecido.
Mi padre se niega con un ímpetu casi opresivo a dejarle paso a los avanses tecnológicos. En mi casa por ejemplo llego el televisor a control remoto cuando las demás familias ya compraban estos inteligentísimos soportes de TV para amurar a la pared.
No tenemos ni video ni equipo de música. Y la computadora me costo años de súplica y hasta un: -Sin computadora, no sé si puedo seguir estudiando...no puedo seguir vagando de casa en casa en busca de una pc.
Claro que poder tener internet me costará un trabajo bien pago.
El DVD es para mi papá algo así como la sigla FBI para un prófugo.
Mi infancia esta filmada en super ocho, lo que implica la condición necesaria de por lo menos tres interesados expectadores. Montar el micro cine no es una operación que se pueda hacer a cada rato. Alguien tiene que apagar la luz cuando mi papá lo diga y hay que olvidarse de usar la heladera por un rato largo, ya que proporciona la superficie blanca sobre la cual se proyecta la imagen.
Ahí estoy yo. Sentadita en una sillita de esas altas a la cabeza de la mesa, lugar que me apoderé por el resto de mi existencia en esta casa. Tengo una una cabellera rulosa bastante prominente y hablo no sé que cosa sobre un accidente automovilístico que escuché en el noticiero, algo así como: -a tutu a mató
De fondo la heladera de esas Siam con manija de metal; y toda esta tierna imagen proyectada sobre una un poco más nueva que mi padre se digno a comprar después de que se quemara el motor de la Siam.
Por mi barrio todavia pasa el afilador de cuchillos y el vendedor de ajos, el huevero y la verdulería ambulante.
Y cuando es la temporada se escucha: -a la saandiaaa la saaandiaa!!!

Para mi el tango sale de la radio revestidita en cuero que mi papá colgaba de cualquier clavo en la pared mientas limpiaba jaulitas, arreglaba algún elemento inarreglable. Para mi el tango se tararea, o se silva, como hace el diariero, o como mi papá. El tango no se baila, el tango es para que se quede en mi quincho chatarrero, humedeciendome una infancia de vueltas en triciclo alrededor de la flor china.




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