viernes, septiembre 16, 2005

Ciento cuatro, ciento cinco, ciento frío...

A veces no sé si soy yo, o es algo afuera, en el aire.
Es como estar fumada, pero mas real.
Hay veces como estas que estoy como flotando, en los mismos lugares de todos los días, pero con una mirada nueva.
Entonces mi madre es mi madre, pero diferente. Mi padre esta tan alto como siempre, pero parece más próximo.
¿Será que cambie de lugar los muebles ?

Hoy me levante a las seis de la mañana para irme a sacar sangre al hospital Ramos Mejia.
Mi papá me llevo en su auto, y llegamos tarde.
Igual tenia el número ciento cinco de orden de llamada. Cuando me tocó el turno, me dieron el número cuarenta para extracción. Hice la fila con todas las demas personas y mientras, aprendí de muchas cosas. Hable con una señora que se dormia sentada y con un señor viejito con bastón de madera, que tenia más miedo que yo.
Me sacaron recien a las diez de la mañana. Y bueno, me bajo la presión. La extractora me dijo que era una maricona, una exagerada y que mis nervios empeoraban las cosas. Aja! me hubiese encantado clavarle treinta agujas en sus cachetes inmundos hasta hacerla desangrar y despues ponerla a hacer la cola para curación con el número ciento veintiuno de llamado.

Igual como estoy tan rara, ni proteste. Me tomé un submarino con mi papá, y me repuse.
Queria llorar, pero me las aguante, no sea cosa que mi papá se vuelve inalcanzable de nuevo.

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