sábado, febrero 10, 2007

Así, no.

Estuve en carpa unos cuantos días en una provincia mesopotámica.
El calor era realmente insoportable, cuando soplaba un poquito de viento era como si abrieran un microondas encendido y un par de veces me desperté casi ahogada, sentía el techo en la cara y como si estuviera a cocción. Tuvimos que comprarnos unas camas inflables de esas para la pileta y usarlas de colchón por que ya teníamos la columna partida. A mi me toco una amarilla. Las compramos a quince pesos cada una y como no quisieron hacernos oferta robamos unas pulseras con la bandera de jamaica. No nos gustan, pero las guardamos.
El camping era tan chiquito como poblado. La gente solo escuchaba Maná o La Renga, y lo hacia a volúmenes altísimos desde las 9 de la mañana, tenían camiones, autos casi chatarreros y tomaban cocaína sobre las mesas de material que están juntos a las parrillas, estaban tatuados hasta la medula y no había quien tuviera menos de cuatro hijos.
Sensación térmica cuarenta y cinco grados casi todos los días así que la carpa solo se usaba para dormir y algún tipo de etcétera. Pero no mucho más.
Primer día, llega la hora del baño: Puerta vallada por un cartel que decía escrito a mano, “estamos lavando, disculpe las molestias” al lado una fila de mujeres que empezaba en una gorda con tres nenas y terminaba en yo, que mas que una campamentista parecía una promotora de Sedal, debatiéndome entre una crema para rizos obedientes y otra para ondas irresistibles.
Éramos más o menos diez mujeres en total y parece que todas esperaban hace más de una hora. Calladitas y sin chistar. Ni siquiera se podía pasar a hacer pis.
Parece que la limpieza se efectuaba a cualquier hora y sin aviso, de modo que el baño se clausuraba hasta que la tarea concluyera.
No se si es un rasgo provinciano o qué pero, repito, nadie se quejaba, a nadie parecía fastidiarle semejante arbitrariedad.
Me enfurecí.
En pocos minutos me convertí en la activista del camping, monte una sublevación que encabezaba yo misma y arengaba yo sola. Era la única partidaria e integrante de la protesta. Pero lo hice con valentía y cualidad. Indignadísima pedí justicia por las madres que estaban con sus niños y argumente que lo peor de todo no era que tuviéramos que esperar hora y media para bañarnos sino que ni siquiera pudiéramos pasar a hacer pis. Que era inhumano, y esta palabra la pronuncié con modulación perfecta, in-hu-ma-no, y lo separo así porque parece que ahora lo que queremos grabar en la retina ajena se escribe así.
Les dije que estaba realmente mal organizado y que tendrían que haber previsto esta situación, propuse que sectorizaran las zonas de modo que siempre quedaran por lo menos cuatro retretes libres.
La señora de la limpieza me miraba seria, callada, con una calma siestera que, la verdad, un poco me intimidaba. Me parecía poder ver detrás de esa mansedumbre un poco de odio pupilar (que es ese odio que nace atrás de la cornea), y las matronas de las carpas, que formaban la fila y estaban revestidas en críos, lo hacían también reservadas con la mirada cansada, bronceada, con el parpado a mitad de ojo, los hombros rebajados hasta los codos y las criaturas por los tobillos, la panza brotándoles al aire; no sé si estaban resignadas, no sé si en el fondo me agradecían desde el silencio de la víctima este impulso combativo que me nacía desde las entrañas o en definitiva a ellas no les importaba esperar y en realidad juzgaban que yo era una porteñita quilombera, pero no me importo, yo ya había levantado el estandarte de la lucha contra la desorganización y de esta batalla no me bajaba ni vencida.
Después de veinte minutos de ardua discusión con dueños y empleados me dieron la razón, y aceptaron las modificaciones. Me sentí gloriosa, no hay nada que disfrute más en esta vida que se me reconozca cuando tengo razón.
Volví a la carpa limpia y fortalecida. Vigorizada por haber defendido la causa con tanta altura, con tanta higiene, me sentía una revolucionaria, estaba defendiendo una causa que afectaba a mis hermanas. Aunque a ellas no les importaba. Y además tenía los rizos hidratados.
En la carpa recibí mis merecidas felicitaciones y hasta un mini aplauso. Parecía un aplauso sincero, así que lo tome con gusto. Me reconocí triunfadora.
Esto de la lucha contra la falta de respeto me sienta más que bien. Me hace grandiosa y sofisticada. Me vuelve extranjera en mi propio país.

6 comentarios:

EmmaPeel dijo...

ya no está para carpa, pulpi
Ud. merece un all inclusive =P
saludinhos

anais dijo...

Hola, Pulpita!
1) Agradecé que escucharan La Renga o Maná... Pero hubiera sido que, a todo volumen, sonara alguna cumbia villera de moda bien comercial... Digo "alguna" porque, a mi modesto escuchar, por ma´s que pasen diez CV todas suenan iguales.

2) Supongoq ue la señora de la limpieza del baño te miraba con esa expresión porque no entendía mucho de lo que le decías, especialmente si hablabas con palabras al estilo IN HU MA NO... Ese tipo de términos es bien de "porteñita quilombera".

3) felicitaciones por el logro. Ahora, y perdón por mi excepticistmo, pero... al día siguiente... ¿Cómo funcionó el tma del baño, las duchas y el pis? Me he visto envuelta en cuestiones similares, y todo bien hasta el día siguiente cuando las "reformas" tenían que empezar a verse.

Felicitaciones!
NI DIOS NI PATRIA NI MARIDO!
anais i.

Pulpita dijo...

Emma: si definitivamente este año me despedi de dos cosas:
a) las vacaciones en carpa y
b) las vacaciones sin novio
ambas ya no dan para más...el año que viene voy a hotel y con chongo, cualquiera sea el costo. "No seré feliz pero veraneo en pareja"

Anais:por suerte al dia siguiente las cosas estaban mejoradas, habian tenido en cuenta mis propuestas.
Igual la señora del baño continuó mirandome raro...

L. dijo...

I DO LA!
Hay que decirlo: Pulpitas, más que nunca, representante de la selección (porteñitas, quilomberas y desclasadas-y más).
Hace 3 o ya 4 veranos pasé por la singular/antitética y didáctica experiencia-camping. Fue un villa gessel en pleno enero. Juventud hippista a rolete y baños clausurados cada tres días.
Me hubiese gustado, pero no tuve el valor para plantarme ante las autoridades de semejante usufructo cabeza, mas q nada si uno va a esos lugares las reglas se imponen desde el primer día.
Pásesé por mi new block: este
www.dispararamansalva.blogspot.com

Ahh, otra inducción respecto a tu contestación a Emma. Al terminar nuestra estadía en camping, ese verano q contaba, con emi amiga (q ahora está muy muy lejos) dijimos: ¨la próxima con nuestros futuros novios, sí no, no da¨. Al final no se dió ni con ni sin novios. Todavía.

Deshecho dijo...

lo sórdido de la descripción me espantó. No suelo veranear en carpa, pero después de leer tus líneas me prometo ni siquiera pensarlo a futuro como una posibilidad. Ahora que recuerdo, sí, una vez fui al sur, en la entrada del camping habia una palabra rara que era en verdad su nombre. Enseguida entendimos que era una sigla y luego de instalarnos preguntamos qué era. Era algo de los milicos: ¡Horror! Cuerpo a tierra y salimos corriendo lo más rápido que pudimos.
saludos,
te invito a mi blog
www.deshechoenbuenosaires.blogspot.com

Anónimo dijo...

MAGA CUANTO DURO EN TIEMPO REAL ESTE MAL TRECHO,....

TE QUEREMOS, TU RELATO DESATO RISAS INCONTROLADAS... DE LEONARDO GAS.HUMOR, OVASION de amicone, ALEGRIAS, PAPELITOS...