jueves, marzo 09, 2006

Algunos días que pasaron

Martes:

Si un hombre caga al lado del árbol de mi vereda, entonces seguro que esa tarde mi ex novio se aparece en mi casa y después compra una Cindor de las grandes y nos recostamos en el pasto de la plaza. Seguro, y hasta que cae el sol.
Después compramos un cd trucho de Manu Chao, un inédito con todas canciones suavecitas y en francés. Yo le leo algunas cosas nuevas y él me felicita y me dice que soy increíble.
Después me besa, se queda a comer tortilla y antes de que pase el último colectivo hasta su casa se va.

Si un hombre caga justo en el árbol de la vereda de mi casa, sale mi papá y se pelea con el señor. Le dice cosas sobre que es un asqueroso y que vaya a su casa, traiga agua y saque eso de aquí.
Al otro día a mí me duele justo por debajo de las costillas, cerca del estómago. Un doctor me revisa y me dice que es la vesícula, y esa es una parte del cuerpo que en expresión corporal no me enseñaron a registrar, me duele mucho y constante. Me duele, no puedo dormir, el médico me dice que estoy intoxicada.
Yo pienso en las empanadas que compré en esa estación de servicio de la ruta. Y pienso en todo el alcohol que tomé el sábado.

Si un hombre, que parece borracho, se dispone a cagar justo al lado del árbol de mi vereda, entonces mi papá discute con él y aparece otro vecino que, solidario, también discute con el señor que caga. Todos hablan fuerte y dicen cosas, sobre el olor, el lugar y la caca.
Entonces yo hoy paso todo el día en mi casa, me pinto las uñas de los pies de fucsia, me tomo un sertal cada ocho horas. Me aprieto unos granos, me pincho una bolita de grasa con un alfiler de cabecita perlada y cuando me lavo los dientes me sangran las encías.
Junto todo el pis del día en un frasco de vidrio. Y lo miro. Me da asco. Pienso en tomarlo. Casi vomito.

Ahora llueve.
La caca se debe estar mojando.



Miércoles:

Si hoy me levanto temprano, solo para empezar una ayuna de ocho horas, entones a las doce y media del mediodía parto rumbo al centro de análisis clínicos para hacerme una ecografía. Todavía no sé a que se debe este dolor de vesícula y ya van tres días.
Entonces cuando llego me doy cuenta que no soy la primera, que hay una señora antes que yo y que, se nota, quiere hablar.
Yo odio hablar con los que esperan. Y más en estas salas inmundas donde la espera es el fundamento y el argumento de todas las conversaciones.
El señor ecógrafo tarda una hora en llegar y yo, que ya estoy harta de evadirle las preguntas y la mirada a la señora junto a la ventana, subo las escaleras y discuto con el recepcionista.
Bajo, y la gente “que espera al ecógrafo” me mira como si yo bajara con el aparato para hacerles las ecografías a todos. Me miran, quieren que les diga a que subí, pero ni sueñen.
Me preguntan: -¿Y, te dijeron por qué tarda tanto?
-Si
, digo, y miento –esta por Temperley, todavía no llega
La gente se altera.
Y yo también.


Algunos se paran, suben a discutir, se escuchan gritos. La señora de la ventana, a la que le mandaron tomar un litro de agua dos horas antes del estudio, se aprieta entre las piernas, se mueve y suspira como loca.

Al final el ecógrafo llega. Se le cae un maletín en la entrada y dice:-hoy no es mi día.

Como si con esa frase pudiera excusarse. Decir que el día no le pertenece señor, eso ya lo sabemos. Tampoco a mí. Porque le aseguro que si pudiera ser propietaria total y absoluta del día entero entonces, por ejemplo, propondría que la noche dure más de lo que dura y que la tarde, en especial esa horas que van desde las tres y las seis, las haría desaparecer y no sabe que lindo que quedaría el día. Me llamarían de todos los paises del mundo para que les haga los arreglitos a sus días. Entonces no me agarraría el bajón de la tarde, y a la noche cuando duermo con el chico que me gusta, el tiempo se extendería a gusto mío.

Si fuera propietaria de los días, no se llamarían así señor, no tengo tan mal gusto.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

los jueves la placa tectònica de las rascadas de culo humea y tengo que cambiarla. Me gustò mucho esto. La primera mitad es sencillamente genial.

Pulpita dijo...

amiga sos una genia, genia, escribí mucho mucho mucho

Anónimo dijo...

Genial! No me canso de leer! Me revuelvo en la silla de tanto no saber qué hacer con tanta belleza. Me agarro la cabeza! GENIAL!

Saludos.

Sergio.