sábado, noviembre 12, 2005

Carrera frustrada

En una época de mi vida no muy lejana se me había dado por correr, esto es, no hacer ejercicio físico, mas bien en situaciones de tensión: salía corriendo.
Lo implemente en mis últimas vacaciones en Montevideo.
Cuando mi novio me decía algo que no queria escuchar: corría.
Si nos peleabamos: corría. Simple: ante la adversidad: salía corriendo. Síntoma extraño.
Pero no es momento de análisis.
Un día de esos, en una de mis maratones, me perdí.
Me levante de la mesa del bar y salí corriendo.
Mientras corría, no era yo.
No sé...correr, creer que él me seguía, aunque no lo hiciese, y entonces acelerar, agitarme, el viento de frente, fuerte, la desesperación de alejarme rápido, no sé de que, pero poco importaba. El objetivo era el mismo acto de correr.
Causa y fin eran lo mismo. Correr, correr, correr, rápido y furioso, despechugandome el alma en esa brutalidad, dejando todo. Alejarme, salirme, escaparme, que me persigan.

Cuando me quise dar cuenta no sé donde estaba.
Y él ya estaba harto de mis escapadas.Y yo no estaba drogada ni en pedo eh.
¿para qué corrí?, la onda era que vos me sigas, sino, cual es, corro como Forest y qué.
Tuve que pedir ayuda para volver.
Pero volví, llegue al hotel. Entre sin hacer ruido, me desvestí despacio, como avergonzada, como infantilizada, y me metí en la cama.
Esa noche ninguno de los dos hablo.

No hay comentarios.: