domingo, octubre 16, 2005

La fiestita del gordo

Es como si el pis fuera por un lado incoloro y por el otro amarillo. Entonces en la parte más alta del inodoro, el agua es blanca y al fondo y sólo al fondo, amarilla.

Hoy, absolutamente todos los argentinos hijos sabemos que es el día de la madre. Un bajonazo. Si se te murió, la tenés que recordar. Si está viva y no te la bancás la tenés que caretear. Odio las fechas especiales. La tenés que pasar bien, te tienen que llamar, le tenés que comprar algo. Y nunca sale.

A mí, esta vez, me tocó caretearla. Fallé. Al pelotudo del nostálgico de mi papá se le ocurrió invitarlas (a mi abuela y madre) a casa a almorzar ravioles con tuco. Cocinó la abuela, papá había asado las manzanas en la semana. Llegó mi mamá con olor a campo, bronceada, desarreglada. Antes de que yo bajara a recibirla con mis pantalonictos a lunares y mi cara de culo, la desubicada me vino a tocar la puerta al cuarto. Me abrazó fuerte. La saqué con mi compulsiva mano izquierda y le sonreí falsamente.
-Sí, mamá, felíz día.

Mi papá, el pelotudo de mi nostálgico papá, se habrá sentido como en las épocas de soberbia irrefrenable. Le alcanzaba el quesito, una galletita, le habló en el balcón mientras mi madre seguramente le decía que no se bancaba más vivir con mi abuela. Mi mamá mimadita y malcriadita como una nena con chupetín, acababa de venir acabada de lo de su novio con el que seguramente durmió en cucharita y mientras que el otro le sació el deseo sexual, este pobre le saciaba el deseo alimenticio.
Papá, ¿por qué no le bajás la bombacha a ver a quién huele?

Se sirvieron los ravioles, yo traté de poner mi cara más enferma para que esto durara lo menos posible así yo, que me sentía re mal, me iba a dormir. El de la fiestita puso el Travel and Adventure Channel donde pasaban los diez mejores hoteles del mundo. Irrumpió el silencio, como para remontar el asunto:
- No, a mí no me gustan los hoteles tan lujosos, ¿no?
- ...
Pobre iluso.

Yo, mientras, me quedaba sin energías pensando en el hijo de puta, en mi celulitis, en que el lunes empiezo natación. Y en mis infortunios: quiero renunciar al trabajo; nada de lo que hago me causa placer. Sí la paso bien, amo a mis amigas/os, río, tengo buenos momentos, sí, linda obra de teatro, qué buena peli. Pero placer, eso que uno llama placer distinto del "qué placer", no. Nada. Quizá cuando encuentre una manera autosuficiente, mía, sola, pueda ser feliz. Lo que pasa es que a mí lo único que me da placer completamente es el amor, hacerlo, criarlo.

- No mamá, este domingo tampoco salió una nota mía.

Ayer a la tarde fui a cubrir una fiesta de música electrónica. Uno, que es periodista, dice cubrir. ¿Cubrir para que no se vea?, ¿cubrir el hecho con el manto de la objetividad?, ¿cubrir con solidaridad al muerto?

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