viernes, agosto 12, 2005

Milonga en orsai

Y sí, siempre es así.
Si no es en una plaza, es en un bar, en un recital y sino en un museo. Donde sea, pero él siempre, siempre, se encuentra con alguna ex novia, ex amante, ex amiguita, ex lo que fuese. Y ahí aparecen ellas, meneando esa actitud de: yo lo conocí primero, y me importa un carajo que vos flaquita estes parada acá. Y enseguida se viene el abrasito, el besito complice, la muequita gatuna, las preguntitas curiosas, y yo ahí, con mi cara de ingenua, enroscandome el rulito que me caé por encima del hombro, sonriendo como si estuviese felíz de ver como se reencuentran.
Es que es tán tierno!
Y así fue de nuevo: jueves, milonga, San Telmo, el nuevo amiguito suizo, la pequeña bailarina y yo. Y ÉL por llegar.
Y como no podía ser de otra forma, su primer novia, la de la adolescencia, el primer amor, en la entrada cobrando el pase.
Oh! que hermoso, se quedaron rememorando juntos y yo, enternecida hasta la conmoción, me agarre la copita de cerveza, lo miré al suizito y me dijé: si no se lo apreta mi amiga, me lo apreto yo.
Pero no hubo tiempo enseguida él regreso, y yo, que ya aprendí a poner los acentos como corresponden, lo tomé de la manito, y lo saqué a bailar.
Es que no todo está tán perdido; despues de todo me acordé que yo tengo un compañero que me tocá el culo en las clases y que el próximo jueves lo puedo invitar a la milonga.

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