sábado, agosto 13, 2005

Fiebre de sábado.

Hay un problema: hoy es sábado, y dentro de un rato, va a ser de noche.
Mi amigo me regalo unas botas de la madre. Me acompaño a pasear y a comprarme una remera.
Ahora se supone que llega la hora de bañarme, cambiarme, ponerne la remera nueva y las botas, montarme en la actitud de come-hombres y salir a fumarme la noche. Enborracharme, dejar que algún boludo me chamuye, moverme como si la música fuese orgásmica.
Pero todo eso no va a pasar. O sí, pero con variaciones.
Cuando me vista advertiré que la remera no me queda como al maniquí, ya qué mis tetas son mucho mas pequeñas y que si me vuelvo a fumar un porro como la última me puede dar un panic-atack otra vez, porque mi situación mental sigue siendo la misma. Que ni siquiera quiero que ese boludo me chamuye, porque no soporto que me respiren tan cerca. Es seguro que me voy a emborrachar, pero para tratar de no acordarme que estoy en un lugar de mierda, escuchando canciones que ya me sé de memoria, rodeada de esas boludas de corte de pelo moderno con la misma remera que la mía, pero con unas tetas que explotan.
Predeciblemente, de regreso me tomaré el 37, y como voy a viajar parada aprovecharé el tiempo para pensar a quién carajo le puedo regalar esta remera achata-tetas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Tambien podès hacer todo lo contrario. Todo lo contrario es morirse de tedio, de risa, de envidia por los que berretean la vida. Oler lo que la lluvia tradujo en palabras. Nacer hasta con el vòmito de la reseca resaca que nunca tuviste. O bien, voltear la fragua, hacer el amor antes de coger,coger, volver hacia el amor desecha y brindar por esta puta vez la vida perdida.

Pulpita dijo...

Me muero de envidia por los que cojen antes de hacer el amor, por los que comprenden las palabras que traduce la lluvia, y vuelvo desecha, voy desecha, estoy desecha, y puede que esté así por mucho mas...