Una soga de totora fue tejida un día en que el refugio era seguro.
Enrollada estuvo guardada en depósito;
pasó por fábrica, santería y feria.
Cuando las convicciones sobre el Corán fueron tomadas como delirios de un loco
el verdugo la compró.
Le hizo tres nudos y a cada uno le correspondió un rezo.
Una cámara oculta hizo del victimario, la víctima.
Entre oriente y occidente sólo quedó un fin de año.
jueves, enero 04, 2007
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2 comentarios:
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ya no me siento tan solo en la creacion de este mito saddam.
adelante.
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