Cuento de amor, de locura y de muerte

A veces los besos llegan en formatos nuevos, en envases jóvenes, en bellezas casi púberes, y entonces me emborracho para dejarlos enredarse entre mis brazos, en mis piernas, en mi ansiedad
Suavidades para estrenar, manos que me debutan en caricias llanas y blandas, un deseo incontenible de saberme deseada…

Me completan por un rato y yo beso como si amara
Me acurruco haciéndome cucharita en una ternura de mentira
juego a que respiro en su cuello un aire esencial
Juego a que sus manos me preservan de algo que, se supone, deben preservarme
Me aprieto sobre ese pecho deportivo, perfumado, nada hippie
me siento otra, me siento nueva
Me siento de mentira
Me hago abrazar, le dejo la palma de las manos sobre mis tetas, le prohíbo que las saque
Tapo un agujero ancestral, primitivo, un agujero húmedo que en nada se parece a mi vagina
Esta humedad no es el fruto de dedos masculinos explorando
es una humedad de párpados, de almohadas, una humedad con color de niñez
es un agujero que no vive en la entrepierna
Es de otra clase de agujero

Y así despierto entre sábanas con sabor a desconocido
Con una resaca antigua
con un dolor de cabeza imposible de olvidar
Con un niño al lado imposible de recordar

Me besa como si me conociera de antes, como si fuese tan fácil amarme
como si fuese tan fácil dejarse amar
Me pide que no me siente sobre sus drogas, guarda pastillas con forma de corazón
me besa, me dice que estoy mas linda que anoche
Descubro que en la cama de al lado duerme otro parecido a él
descubro que ambos me vieron desnuda, pero yo solo dormí con uno

Me visto rápido, me mareo, tengo tanto calor, no encuentro mi ropa
Y el sigue besándome, diciendo palabras que parecen de un juego de mesa
Me dice princesa
El otro, por suerte, aún no despierta





Yo solo quiero creer que así se empieza a amar

Yo solo quiero un Alical, y que la línea E no tarde