lunes, agosto 15, 2005

Mal parada.

¿Cuando fué que dejé de controlar mis reacciones? No sé, pero desde ahí todo cambió. Empezó la terapia, a veces dos días por semana, llamar a la psico cuando todo se viene a pique, cuando el llanto duele contenido en la garganta, cuando no se puede gritar, porque no hay un lugar para hacerlo, porque todavia se vive en la casa de los padres y si gritás y llorás, mamá se preocupa, se aflije, se duerme mal, y entonces además de la angustia cargas con la culpa de saber que tu dolor se esta reproduciendo.
Ahí aparecen los ejercicios de respiración; la mirada puesta en la alfombra verde, concentrada, tratando de calmar el llanto, y el llanto que no para, las palabras que empujan. La desesperación que exige espacio.
Hasta la hora para sufrir tranquila, cuesta encontrarla.
Y ahora no sé donde estas, y te llamo. Es tarde y no quiero hablarte, pero quisiera que estes acá, y no ahí.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Este juego tiene sentido. En el lugar equivocado estàn durmiendo los que siempre se encuentran. No me importa. Hay cenizas que se pueden arrojar al viento pero yo prefiero que acaben en el plato. Despuès de comer me gusta armarme una chala y dejar sobre los restos de comida (nunca sobra nada) las cenizas de lo que fui. Chau pulpi